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Tiempo de Despertar

Todo lo aqui escrito es de la autoria de Alfonso Guerrero para MokshaTime®. Puedes hacer uso de esto siempre y cuando cites a su autor y su página. Gracias

martes, 4 de junio de 2013

Lección 89

Lección 89. Acarreando Traumas

Es impresionante como venimos arrastrando traumas del pasado para revivirlos una y otra y otra vez para entenderlos, dejar de juzgarlos y liberarlos.

Hoy les quiero compartir parte de mi historia, historia que hasta el momento en su gran mayoría había sido privada.

Hace muchos, muchos, años, cuando yo estaba en primaria tuve una experiencia que dejó una herida profunda en mí. Por lo general las experiencias traumáticas en la infancia se quedan marcadas en el inconsciente, más profundas que las de adulto porque el niño todavía no se siente en control, como lo hace el adulto, simplemente siente el dolor, lo guarda en el inconsciente y por consecuencia crea un comportamiento reactivo que lo seguirá para toda su vida hasta que lo sane.

Esta experiencia involucra a dos personas las cuales permanecerán en el anonimato pues sus nombres no ayudan en realidad para que se entienda la historia y no es mi intención exhibirlos de manera alguna.

Yo era muy pequeño, habré tenido alrededor de 8 o 9 años y estaba ilusionado por no decir enamorado, de una niña en mi primaria. Mi mamá se emocionó mucho cuando le conté de esta niña y me ayudó a comprarle unos chocolates que venían, si no me equivoco, en una caja con forma de corazón. Recuerdo que estaba yo muy nervioso, tenía miedo de lo que podría ocurrir pero decidí arriesgarme. No quise enviarle los chocolates con alguien más, quise dárselos yo personalmente en la escuela. El momento llegó y al darle los chocolates recuerdo que a ella no le importó, llegó otro niño de mi generación (el clásico bully, como los llaman hoy en día) y le quitó los chocolates, se rió en mi cara y se los empezó a comer, burlándose de mi. Yo era muy chico de estatura y delgado, no tenía la fuerza para defenderme y por si fuera poco, de todos los escenarios que podría haber pensado este era uno de los que jamás hubiera imaginado. Así que no supe que hacer. Después de ese momento tengo un blackout, es decir, no recuerdo nada. Sólo recuerdo que cuando mi mamá pasó por mi a la escuela, a la hora de la salida, y me preguntó como me había ido, yo no quise hablar de ello; estaba muy enojado, muy desilusionado, muy dolido. Recuerdo claramente como escondía mi cara para que mi mamá no viera el dolor en ella.
Después de ese acontecimiento recuerdo haberme vuelto muy inseguro con las niñas, prefería no tener contacto con ellas, e incluso empecé a aislarme cada vez mas. Me llené de miedo y de enojo durante años, en mi interior solo criticaba, pues en realidad me estaba criticando a mí mismo por haberme quedado mal a mí mismo. Muchos años después me cambié de escuela y todo cambió. Todo era distinto y parecía que aquel miedo ya no se hacía presente tan frecuentemente aunque todavía asomaba la cabeza.

Yo pensaba que todos pasábamos por experiencias dolorosas que nos forjaban de cierta manera y que gracias a esas experiencias del pasado reaccionábamos en el futuro. Ahora lo veo distinto, esa experiencia fue en realidad un catalizador para entender una de mis lecciones de vida.

Hace un par de días gracias a mis guías y su infinita paciencia y amorosa guía descubrí lo siguiente: 
Tengo adicción a que me pongan atención y cuando una persona no lo hace busco a otra que si lo haga, y cuando esa otra no lo hace, busco a otra más que si pueda hacerlo.
¿Qué pasaba con esas personas que no me hicieron caso en su momento y que yo requería de su atención (en las formas que yo pidiera)? Las dejaba en el pasado, me alejaba de ellas y simplemente continuaba con mi vida. 

De ahí que haya dejado de ver a tantos amigos durante mi vida. De ahí que cambie tan constantemente de amistades, tratando de escapar de ese trauma de primaria, del niño al que ignoraron sus sentimientos y se sintió expuesto.  Reaccionando, queriendo huir.

También este trauma ocasionó que fuera una persona malhumorada, impaciente, negada a amar. Esto no quiere decir que no tuviera parejas y no disfrutara mis relaciones, sino que muchas veces preferí salir de una relación antes de que el otro se fuera, tratando en realidad de protegerme del dolor.

Esto para algunos tal vez sea muy obvio o irrelevante, para otros tal vez no tanto y se sientan identificados de cierta manera. El compartirlo tiene un propósito, no es por hablar de mí y tener tu atención, es porque mi deseo es que busques dentro de ti con ayuda de tus guías espirituales: 
¿Qué es lo que te tiene atorado repitiendo una y otra y otra vez la misma vivencia, el mismo patrón?
¿Cuál es ese patrón que guardas en tu inconsciente?

Lo curioso de esto es que las cosas más tontas son las que me sacan de mi centro y activan este trauma. Aquellas cosas que mi mente no puede racionalizar y que tocan directamente las fibras de dolor, de enojo, de soledad, de desesperación, de sentirse ignorado o no tomado en cuenta. Hoy puedo ver con más claridad y sé que cada vez que algo me active, es porque todavía tengo cosas que soltar de mi pasado.

"Siempre repetimos la misma historia hasta que logramos entenderla y reaccionar de una forma distinta, sin dolor." +Alfonso Guerrero 





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